A todos nos gustan las historias. Las buenas historias. Quizás porque se nos quedan grabadas en la mente, porque nos sentimos identificados o porque consiguen emocionarnos como nunca lo habían hecho.
Y es que, no nos podemos imaginar una buena historia sin un bol de palomitas gigante. Las palomitas están hechas para compartir momentos, ilusión y carcajadas. Pero sobre todo están hechas para ser compartidas. Están hechas para quedarte con ganas de más. Nos aportan ese toque salado a nuestra rutina diaria.
En nuestra oficina contamos historias. Creamos realidades imaginarias y despertamos sensaciones, y si es comiendo palomitas todo fluye mucho mejor. Nos sirven para liberar tensiones y soltar todo en un suspiro. Porque nuestra máquina de hacer palomitas vintage Orbegozo juega un papel fundamental amenizando nuestras tardes de invierno. El tiempo se queda detenido mientras se escucha retumbar cada pop por la oficina.
Nuestra máquina de hacer palomitas está ubicada en lo que conocemos como “El jardín de ideas”, y es que no hace falta descripción alguna. De vez en cuando nos plantamos ahí con nuevas ideas y proyectos, con ganas de compartir iniciativas y formar equipo. Nuestros clientes vivirán las pasiones por los productos y servicios con la misma motivación y vitalidad que lo hacemos nosotros.