El auto de choque es sinónimo de diversión, de fiestas de barrio con amigos, de carcajadas e ilusión. Nos transporta a nuestra infancia. Pensamos que no podía faltar en la oficina. Solo le falta la música de Camela entre risas y alboroto de cada choque.
Queríamos tener uno en la oficina y comenzó nuestra búsqueda por internet, preguntado a los feriantes… Incluso pensamos en comprar uno nuevo, pero los nuevos tenían unos diseños demasiado futuristas, así que apartamos la idea por un tiempo.
Pero todo llega y un día en una campa de la Selva en Cataluña, unos feriantes dejaron allí las atracciones y se fueron tras un largo verano. No consiguieron dar con ellos y el propietario de la finca se propuso venderlo uno a uno. Así que, hasta allí nos trasladamos para conseguir el auto de choque que nos acompañaría en nuestra oficina.
Nos pusimos manos a la obra, y una vez pasado por chapa y pintura, aquí permanece descansando y rememorando todas los años que lleva en sus asientos. El antiguo coche amarillo, que tantas historias de amores de verano y felicidad ha vivido, ahora tiene una segunda vida junto a nuestras figuras de los Simpsons. Ellos también pueden disfrutar de experiencias de creatividad y publicidad en la oficina.